La chica salvaje

Por: Edgar Carmona Blanco.

Muy en la vena de “Diario de una pasión” (The notebook, 2004), este drama romántico resulta ser muy conmovedor e inquietante. Desde hace mucho tiempo que no se dejaba ver un filme cuya belleza visual (la fotografía es impecable) y trama, nos hace recordar a otros clásicos como el arriba mencionado y también joyas cinematográficas como “Matar a un ruiseñor” (To kill a mockingbird, 1963) y “Tiempo de matar” (A time to kill, 1996).

La historia se centra en la dura vida de Kya (interpretada magistralmente por la actriz en ascendencia, Daisy Edgar Jones); quien vive aislada de la sociedad en una marisma que le hace honor al titulo original en inglés de la película (Where The Crawdads Sing), y su premisa dice que: “cuando te sientas solo y deprimido, huye y escóndete en lo profundo de la ciénaga, hasta llegar a donde los cangrejos cantan”.

Kya es una especie de anacoreta cuya infancia marcada por la violencia doméstica y el maltrato familiar, la orilla a sobrevivir completamente sola y sufrir el rechazo de los habitantes del pueblo cercano al lugar solitario donde vive. Atraída por dos jóvenes, Kya se abre a un mundo raro y nuevo al conocer la vida, el amor y el sexo en todas sus formas, pero cuando uno de ellos es encontrado muerto; la comunidad inmediatamente la señala como la culpable y su libertad se ve amenazada por la pena de muerte.

Poco a poco, el relato se torna cautivador y, conforme va avanzando el juicio y desarrollándose el caso, la incógnita sobre lo que realmente sucedió se vuelve cada vez más intrigante y el giro de tuerca que presenta el final, te hará abandonar la sala de cine completamente atónito y perplejo.